10 Palabras quechuas que lo usan en todo el mundo

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Hay una gran cantidad de palabras quechuas que se usan en el español de cada día en países andinos como PerúBoliviaChile, Argentina o Ecuador, pero lo que listaré a continuación son las 10 palabras de origen quechua con las que me he encontrado en mi día a día en los diferentes países NO-ANDINOS.--


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César Hildebrandt nos cuenta los entretelones del periodismo

by Taylor de la Cruz in 0

En 1980 me cerraron el primer programa (por entrevistar a Yaser Arafat).
Van catorce veces que la TV me expulsa del aire (o me deja en el aire, si se quiere ver así).
Y estoy harto. Porque me aburre mi obstinación. Porque ninguna película merece verse 14 veces. Porque el guión es recurrente y los adioses padecen del mismo vocerío.
Harto y asqueado. Empecé haciendo preguntas y termino este ciclo de mi vida con muy pocas respuestas en la alforja.
Empecé con la ilusión de pisar tierra firme y termino arrojado desde una ventana. Y quien me empuja afirma que me he suicidado.
Veintiséis años de cornisa e inquilinato precario. Veintiséis años luchando para que la publicidad no impidiese investigaciones, el poder económico no nos amordazara y la clase política mereciera igualdad de trato.
Y al final, siempre, la mentira tratando de imponerse y algunos compañeros de oficio alegrándose en la cena caníbal de la envidia, esa institución grandiosa que gobierna al Perú.
Quienes aprendieron a ser a nuestra sombra, blanden hoy un odio que sólo es dable en un deudor, alguien que ha tenido que asesinar el pasado para construir las fauces de su presente.
Dan lástima. Si supieran que es imposible odiarlos no se esmerarían tanto. Uno no puede odiar a quien gastó todas sus energías en trepar, rampar, “hacerse de un lugar” en la mesa de los tés y los dedos meñique en ristre.
Todos estos años fue uno solo mi propósito: lograr que el interés público fuese la prioridad indiscutible del periodismo. Así de sencillo: el interés público, la raíz de nuestro oficio y el ancestro más puro del juicio periodístico.
Esa es la razón por la cual no he podido jamás ser miembro de una corte. Esa es la razón que me ha impedido ser eco de la voz de los amos. No reconozco otro patrón que el interés público. A él me debo, frente a él hago sonar talones, de sus fueros he sido y seré subordinado. Me siento apenas un infante ante el mariscalato del interés público.
Y el interés público es el gran enemigo de la quietud y la resignación. Porque en periodismo decirle “no” a un patrón es decirle sí al interés público.
Y no hay ambigüedad posible en este asunto. El interés público es el derecho de la gente a saberlo todo. A desenterrar misterios y cadáveres. A entrar a la cocina del poder y examinar menajes, uñas, cucarachas. A tener en castellano sencillo lo que el diario oficial quisiera que fuese sánscrito y muchos amos cifras en números cuneiformes. El interés público abre closets y ventanas para que el aire fresco disuelva el hongo tóxico de las mentiras oficiales.
Lo tuve claro desde que escribí a los 17 años mi primer artículo en el “Expreso” de D´Ornellas. Lo tuve más claro cuando los directivos de América TV me dijeron que permanecería en el canal si no propalaba el reportaje aquel de Sonia Goldenberg sobre la corrupción policial. Lo tuve tan claro como una luz de interrogatorio cuando, pocos años después, me cancelaron el contrato al difundir un reportaje, encargado a Cecilia Valenzuela, en torno a los derechos violados por los militares en Ayacucho. Era junio de 1991 y aquella fue la primera denuncia que se hizo respecto de un fenómeno que habría de adquirir magnitudes de pesadilla.
Porque eso también lo tuve claro: el periodismo que no asume la defensa de los débiles y de las víctimas podrá ser fuga vistosa y entretenimiento talentoso pero algo tendrá de desalmado y mucho de mascota favorita.
Siempre tuve claro que el servilismo era el cementerio del honor y decir “No” aun a costa del desempleo debía ser un acto reflejo, un automatismo fulminante a la hora de defender el interés público.
Denunciar a un dictador es un deber que puede darte prestigio. Pero adular hasta la náusea a un amo es construir la cárcel de una obediencia de entrecasa.
Y eso lo hemos visto y oído estos días. Ha habido quien ha querido defender a su patrón tratando de decir que mi denuncia sobre la tenebrosa y fantasmal unidad de investigación del señor Ivcher involucraba a los esforzados periodistas del Canal 2. Mi denuncia sólo concernía a los jefazos y jefazas que impiden, precisamente, que esos periodistas hagan realidad sus propuestas y buenos propósitos. Mi homenaje a los periodistas de “La Ventana Indiscreta” y de los otros programas periodísticos de Frecuencia Latina. Ellos son víctimas del reduccionismo interesado de jefazos y jefazas. Ellos nada tienen que ver con los enjuagues y los canjes de favores, los silencios subastados y las masacres mediáticas (cheque expectaticio de por medio).
Cobrarle al Estado por haber luchado en nombre de la libertad de expresión es una paradoja zarzuelera. Y ya que el señor Ivcher se siente un Ben Gurión en la refundación de la democracia peruana habría que enterarlo de lo que hicieron algunos de sus imaginarios pares: Martí no pasó el sombrero entre los cubanos, Zapata tenía 20 pesos en el bolsillo cuando lo asesinaron, Bolívar no exigió un cheque por sus sacrificios de injerente bienvenido.
Ivcher dice que luchó por principios y que jamás mezcló el asunto del dinero. Pero termina llevándose el 88% de una ampliación presupuestal del pliego Justicia con un cheque oculto hasta hace unos días. 20´300,000 soles no es poca cosa para un sector que se cae a pedazos. Pero 20´300,000 soles a título personal resulta tragicómico. ¿No era el canal la víctima del saqueo?
¿Y la Corte Interamericana? ¿Qué dirá cuando se entere que cuando Ivcher decía que era un paria que erraba por el mundo conservaba, en realidad, su pasaporte israelí, el mismo que habría mostrado en el aeropuerto de Varsovia el año 2000?
La Corte, que ampara a los perseguidos sin fortuna y a las víctimas de a pie de las dictaduras asesinas, ¿cómo se sentirá hoy al enterarse de que su sentencia ha sido usada maliciosamente para la entrega de un cheque?
Empecé en los 80 con los bríos de los 32 años. Envejecí en pantalla en vivo y en directo, y mientras el tiempo me desfiguraba mantuve la juventud de mis ideas, la lozanía un poco loca y arbitraria de mis terquedades.
He cometido errores pequeños y enormes. En el camino he despertado afectos y odios viscerales. Un escritorzuelo quiso balearme con un libro que retrataba su enanez moral y los dolores de una plural impotencia. El tiro le salió por la culata. Él sigue siendo un escritorzuelo cuyo cuarto de hora de escándalo publicitario y fama de papel cometa fue obtenido en el estercolero de la difamación por encargo. El sicario emplumado recibió los elogios de sus amigos nasales, pasó por la caja de “El Comercio” y regresó a ser un escritorzuelo que no se pierde un cóctel.
Merecer el odio de miserables es parte de esta tarea consistente en enseñar a decir “No”.
Pero ningún odio me intimidará. Me acoge la temeridad de creer que puedo equivocarme en cualquier cosa pero que tengo la razón cuando hablo del interés público como principio, método, inspiración y objetivo.
Cierro este ciclo de mi vida profesional creyendo que sólo he cumplido con mi deber. No reclamo nada más que se me reconozca el haber hecho mi trabajo pensando en la gente, sobre todo en aquellos “suaves y ofendidos” que Vallejo amó y que a mí, a los 57 años de mi edad, me siguen conmoviendo.
Cuando me indigna la injusticia y me exaspera la inequidad racista de este país autodestructivo, cuando rabio ante los abusos, cuando sigo la pista de una felonía de sinvergüenzas que salen en las páginas sociales de algunos diarios y esas huellas me llevan hasta el palacete de un banquero, hecho de mugre y corcho, cuando me entero, en suma, de que poco o nada ha cambiado, entonces compruebo que estoy vivo, que sigo siendo un periodista que no renuncia al sueño de cambiar el mundo, que tras la erosión de los años sobrevive aún aquel hombre que aprendió de Zileri y Lévano a ser decente, de los libros de su biblioteca a amar la belleza, de la música a encantarse con la exactitud de los misterios, de la vida la grisura casi atmosférica que nos rodea, del amor sus lunáticas apuestas, del poder sus frecuentes pies de lodo, de sí mismo el largo inventario de defectos que me aqueja, y del periodismo la necesidad de ser águila o puercoespín (nunca borrego), un hombre que seguirá extenuándose en el mejor de los oficios.

VICTOR CASTRO VIDAL, DUEÑO DE GRUPO EDUCATIVO MAX PLANCK

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[ESCRIBE: TAYLOR DE LA CRUZ]

[Trujillo - Perú] Es un empresario que de a pocos está logrando todas sus metas. Considera que el mejor patrimonio que tiene es su familia. Es dueño del grupo educativo Max Planck, sueña con fundar su propia universidad y aspira incursionar en la política nacional.

Víctor Estuardo Castro Vidal, nació en Trujillo el 9 de enero de 1966. Estudió primaria en la Escuela Municipal, y secundaria en el Colegio Nacional San Juan. Se graduó en Administración en la Universidad Inca Garcilazo de la Vega de la ciudad de Lima.

En 1993, Víctor Estuardo decide incursionar en el área educativa junto a sus hermanos que ya habían comenzado años atrás a trabajar en pro de la educación.
“Me compenetré con mis hermanos, me interesó y comenzamos a desarrollar el proyecto de preparación preuniversitaria”.

El grupo emprendedor de hermanos observaron la necesidad de crear una academia preuniversitaria, puesto que la prestigiosa Universidad Nacional de Trujillo, exigía un alto nivel académico para ingresar en cada examen de admisión.
“Había un puente entre el colegio y la Universidad, nos dimos cuenta de la necesidad de crear una academia preuniversitaria”.

Inicialmente se plantearon la alternativa como un grupo de estudios. Luego cimentaron sus bases para constituirlo básicamente en nivel preuniversitario.
“Comenzamos con un grupo muy pequeño en comparación con los alumnos que preparamos actualmente. De 40 alumnos en 1993, hoy albergamos a más de mil alumnos cada seis meses”.

Hoy en día el grupo Max Planck ha sido considerado durante tres años consecutivos como la mejor empresa de año. La integran cuatro entidades: Max kids, Colegio San José María Escrivá, Colegio Max Ludwin Planck, y el padre de estas últimas, la Academia preuniversitaria Max Planck.

Víctor Castro ha tenido la satisfacción de hacer ingresar en el último examen de admisión 2006 a la Universidad Nacional de Trujillo a más de 400 alumnos, aproximadamente la tercera parte del total de ingresantes.

Proyectos a corto plazo

A la empresa le va tan bien que Víctor Castro, en el curso de este mes de octubre estará inaugurando una academia preuniversitaria en la ciudad de Cajamarca. El verano del 2007 en Chiclayo y posteriormente en Chimbote. Sin embargo, su sueño más grande es crear una universidad privada.

Nadie escapa a la tentación de la política

Por su trayectoria y trabajo por la educación en Trujillo, Víctor Castro ha sido invitado a participar como candidato al congreso en las últimas elecciones presidenciales del 2006. Asimismo no escapó a las tentativas para las elecciones municipales por su amigo César Acuña Peralta. “Estoy madurando la idea y probablemente para el año 2011 esté definiendo mi candidatura que podría ser para el congreso de la república, o lo que es básicamente conformar una lista para la alcaldía de Trujillo”.

Amor por la familia

Castro, ama a su familia. Su mejor patrimonio son sus 4 menores hijos: Cristian kelvin, José mariano, Max Sebastián y Sergio Mauricio, así como su esposa contadora Elsa Salinas Celada. Los fines de semana los dedica exclusivamente a la atención de su familia.

SANIEL LOZANO ALVARADO, EL ESCRIBIENTE DE LA FAMILÍA Y LOS AMIGOS

by Taylor de la Cruz in , 14

[ESCRIBE: MIGUEL SAMAMÉ]

Saniel Lozano Alvarado, escritor y critico literario, dice que vive para escribir, y aunque acaba de publicar “Escritores de la libertad”, no esta satisfecho con ello.

Nació en Salpo, provincia de Otuzco, en La Libertad, no tenía juguetes de niño pero los construía con lo que encontrara en el ande, su vida se dividió en dos mundos: el pueblo y la chacra.”Mi padre era minero y yo lo acompañaba de vez en cuando al trabajo”, recuerda con nostalgia el escritor.

Saniel ya sabía leer pero su padre, que fue autodidacta, le exigía mucho para que aprendiera las obras que le entregaba. Y aún hoy tiene una huella imborrable de esa época. “Un día mi padre me dio el libro “Corazón “del italiano Edmundo de Amicis, y determinó que no sólo leyera, sino que me aprendiera de memoria pasajes o páginas del libro, pero yo no podía hacer eso, entonces me golpeó la mano con el filo de la cuchara y me abrió la piel, tengo la marca hasta ahora”, después de esto Saniel amó más a su padre, una persona tan perfeccionista que quería una buena educación para sus hijos, luego del incidente el niño comenzó a leer más. Su madre murió cuando él empezaba la adolescencia, un cáncer le arranco del corazón a la mujer más feliz que había conocido.”Nunca recuerdo que mi madre estuviera enojada, mis tías dicen que nunca la vieron molesta. A mí me sacaban de ángel en la fiesta patronal y dicen que ella se ponía a rezar, pero en realidad, mi madre me dejó bastante indefenso”.

Evita Rosa, un nombre tierno, para Saniel era más que eso, fue su tía y la madre que necesitaba, fue su tía madre, esta mujer nunca se casó, porque sintió que el motivo de su vida era cuidar a sus sobrinos, especialmente al futuro escritor, quien era su preferido.”Mi tía Evita, que fue mi madre, renunció a todo enamoramiento o matrimonio para cuidar de mí y mis hermanos, hoy estoy seguro que nosotros fuimos sus grandes amores”.

Saniel me dice que de niño le decían “El escribiente”, porque le hacía las tareas a sus hermanos mayores, a sus compañeros de escuela y a los hermanos de los compañeros de escuela. Su primaria la acabó en Trujillo en el centro viejo, y sintió el rechazo que los niños costeños le mostraban. Serrano Cutush fue su chapa, pero lo dice con una tierna sonrisa que eso ahora ya no importa. Ya en Chimbote donde logró culminar la secundaria el mote de serrano lo perseguía otra vez, sus compañeros lo calificaban así, eso le rebajaba la dignidad, pero una muchacha le demostró que no todos tenían ese comportamiento “Una muchacha, costeña ella, me agarró de la cara y me besó de improviso, yo no supe que hacer, sólo me quedé quieto, se llamaba Sixtina”.

Al comenzar el tercer año de estudios generales en la Universidad Nacional de Trujillo, decidió seguir Literatura y no se equivocó, los premios dan cuenta de ello. El hombre que no quiso ser el primer ministro de educación del gobierno de Alberto Fujimori, el que ha recibido numerosas propuestas políticas, el heredero trujillano de la critica literaria según el ilustre intelectual Jorge Puccinelli, el privilegiado estudiante que tuvo como maestro al brillante crítico Antonio Cornejo Polar, ese hombre que está sentado frente a mí, y afirma que no hay críticos literarios en Trujillo, expresa que su mayor orgullo es ser serrano, y se siente insatisfecho cada vez que termina un libro.

Saniel Lozano Alvarado es un intelectual que ha ganado todo lo que tiene en base a dos cosas: Inteligencia y sencillez.

Relato: Fundación de la Universidad Stanford, en memoria de un hijo del que Harvard no se interesó

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Una mujer en un desteñido vestido de algodón barato y su esposo, vestido con un raído traje, se bajaron del tren en Boston, y caminaron tímidamente sin tener una cita a la oficina de la secretaria de Presidente de la Universidad deHarvard.

La secretaria adivinó en un momento que esos venidos de los bosques, campesinos, no tenían nada que hacer en Harvard y probablemente no merecían estar en Cambridge.

'Desearíamos ver al presidente' dijo suavemente el hombre. 'El estará ocupado todo el día' barbotó la secretaria.

'Esperaremos' replicó la mujer.

Por horas la secretaria los ignoró, esperando que la pareja finalmente se desanimara y se fuera. Ellos no lo hicieron, y la secretaria vio aumentar su frustración y finalmente decidió interrumpir al presidente, aunque era una tarea que ella siempre esquivaba.

'Tal vez si usted conversa con ellos por unos minutos, se irán' le dijo. El hizo una mueca de desagrado y asintió. Alguien de su importancia obviamente no tenía el tiempo para ocuparse de ellos, y el detestaba los vestidos de algodón barato y los raídos trajes en la oficina de su secretaria.

El presidente, con el ceño adusto y con dignidad, se dirigió con paso arrogante hacia la pareja. La mujer le dijo 'Tuvimos un hijo que asistió a Harvard por solo un año. El amaba a Harvard. Era feliz aquí. Pero hará un año, murió en un accidente. Mi esposo y yo deseamos levantar un memorial para el, en alguna parte del campus' . El presidente no se interesó. El estaba en shock.

'Señora', dijo ásperamente, 'no podemos poner una estatua para cada persona que asista a Harvard y fallezca. Si lo hiciéramos, este lugar parecería un cementerio.' . 'Oh no', explicó la mujer rápidamente. 'No deseamos erigir una estatua. Pensamos que nos gustaría donar un edificio a Harvard'

El presidente entornó sus ojos. Echó una mirada al vestido de algodón barato y al traje raído, y entonces exclamó 'Un edificio! ¿Tienen alguna remota idea de cuanto cuesta un edificio? Hemos gastado más de siete millones y medio de dólares en los edificios aquí en Harvard!'

Por un momento la mujer quedó en silencio. El presidente estaba feliz. Tal vez se podría deshacer de ellos ahora. La mujer se volvió a su esposo y dijo suavemente '¿eso es todo lo que cuesta iniciar una universidad? ¿Por qué no iniciamos la nuestra?' Su esposo asintió. El rostro del presidente se oscureció en confusión y desconcierto. El Sr. Leland Stanford y su esposa se pararon y se fueron, viajando a Palo Alto, California donde establecieron la universidad que lleva su nombre, la Universidad Stanford , en memoria de un hijo del que Harvard no se interesó.

Usted puede fácilmente juzgar el carácter de los demás por la forma en que tratan a quienes piensan que no pueden hacer nada para ellos.

HISTORIA VERDADERA Por Malcolm Forbes

Mi hermana es una adicta al celular

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Mi hermana se ha vuelto una adicta al teléfono celular. Envía y recibe mensajes mientras chatea con sus amigos. Mientras va y regresa a la universidad. Mientras cena. Mientras mira televisión. Mientras va al baño. Mientras está en la clase. Casi todo tiempo lo utiliza.

La mensajean todo el tiempo. Escribe horas tras horas. Hay momentos en que la apodamos de todo pero igual ella se mofa y continúa en sus quehaceres con sus amigos a través de su celular.

Es increíble pero tiene suficiente experiencia que escribe mensajes tan rápido como cualquier taquígrafo profesional. En realidad no he visto mensajear a nadie como ella. Incluso, si me comparo yo escribo uno y ella por lo menos 5. Ha logrado dominar su celular, que mientras mira sus telenovelas escribe mensajes sin necesidad de ver su pequeño teclado.

Su móvil lo guarda en medio de sus bustos, pese a que la cultura popular dice que llevarlo en ese lugar produce cáncer. Pero eso nos despreocupa ya que más tiempo lo tiene en sus manos y sus orejas.

Al día escribe cientos de mensajes y solamente ella los lee. Dice que son privados. A veces tengo mucha curiosidad que a la medianoche antes de acostarme y mientras ella duerme en los brazos de morfeo, tomo su celular y abro sus mensajes, y vaya sorpresa hay por lo menos veinte o treinta por leer y obviamente por contestar. Si que debe ser trabajoso. Al menos para mí lo es. Porque me demoraría mucho tiempo.

Hace poco, mi hermana encontró un trabajo en un centro comercial. Y eso no le fue impedimento para recibir y enviar mensajes. Dice que al menor descuido de su jefe trata de responderlos. Lo hace tan rápido que cree nadie se da cuenta. Eso dice ella, pero ya ha recibido un jalón de orejas de sus superiores por su indisciplina. Antes de cumplir el mes regresó a la casa decepcionada porque asegura no le gustó el trabajo. Más bien yo creo que la despidieron por tener el maldito celular a la mano.

Dice que tiene amigos que le escriben de todas partes, que primero los conoce a través del mesengger y después la mensajean. Así ha ido acumulando decenas de amigos. Ella es feliz así.

Ayer huraton el celular a mi hermana. Que mala suerte la suya. Llegó desesperada a la casa. Lloró como cuando fallece algún ser querido. Al principio me alegré porque pensé que era una buena solución para dejar esa adicción. Pero no fue así.

Conforme pasaban los minutos su angustia y desesperación crecían. Se encerró en su habitación y comenzó a lloriquear. Y a maldecir a las personas que la sustrajeron el celular. Ante cualquier sonido de teléfono ella salía corriendo de su habitación pensando que habíamos recuperado el suyo. Pero no fue así.

Regresó a su habitación y se encerró otra vez. Se quedó en silencio. Pensamos que se había calmado. Sentimos alivio por fin. Horas más tarde, la buscamos para que cene y dura fue la sorpresa. Yacía en suelo, pues había sucumbido a su adicción al no poder resistir tanta ansiedad y se suicidó.

¿Pero cómo nace esta obsesión por los mensajes? Pues fácil, tiene un teléfono celular marca sony ericson que le permite enviar mensajes ilimitados todo el tiempo. Por eso a ella nunca le falta crédito para mensajes. Y Quizás eso haya contribuido a su adicción.

Ha llegado a decir que si lo perdiera ese celular no sabría qué hacer. Quizás lloraría como si fuese una pérdida de un hijo. Lo lleva en el seno, en la mano, en la oreja, lo conoce muy bien. Y es lo único de valor que tiene.